humanas, fraternidad, así como el respeto por las obligaciones instituidas. Con ello es
posible imbricar un contexto histórico cultural que se caracterice por el reconocimiento a
la diferencia, a la pluralidad, la multiculturalidad y el permanente reclamo a la adaptación
al cambio que exigen aquellas condiciones de incertidumbre en las cuales gestionan su
hacer las nuevas generaciones.
En este sentido, el perfil de competencia puede ser visto como un grupo de técnicas y
métodos, con los cuales se llega a reforzar esas habilidades clave que se requieren para
lograr una exitosa labor [5]. En relación con lo anterior hay autores que consideran que
las personas deben estar equipados de habilidades técnicas, hoy llamadas competencias
duras, las mismas tendrán como función orientarlos en sus tareas o trabajo, además
competencias blandas (capacidades personales) para guiar su ser. Es por ello, que es
importante conocer los tipos de competencias que se necesitan para poder ejercer
un cargo, para poder hacer una evaluación de sus conductas, actitudes, motivaciones,
habilidades, carácter, pero también las destrezas directamente involucradas en las
funciones y tareas que ejerce el empleado en su trabajo.
Sin embargo, Londero y Soria [6] plantean la preocupación que existe en el sector
universitario de Colombia, toda vez que los alumnos al llegar a la parte de su carrera cuando
deben elaborar su tesis o trabajo final se encuentran con que se les dificulta el construir
el documento, especialmente al momento de utilizar el leguaje técnico correspondiente a
su carrera profesional, así como la búsqueda de la información y datos necesarios, peor
la identificación de un problema o situación a estudiar, donde se pueda avivar y movilizar
lo aprendido para presentar sus soluciones. Es por ello, que se hace de mucha relevancia
hacer un diagnóstico no solo de las unidades académicas sino tambien de actuación
docente, de sus prácticas, el desarrollo e incorporación de estrategias que incentiven
al alumno a obtener las competencias con las cuales no solo aprendan la información
relacionada con sus conocimientos sino también que los puedan trasmitir, ya que en una
sociedad donde los cambios son continuos los conocimientos se están continuamente
actualizando, ante lo cual el profesional debe desarrollar competencias con las cuales
hacer frente a las nuevas demandas, pero especialmente aquellos profesionales del
sector educativo, porque ellos tienen la misión de preparar a los profesionales que se
desenvolverán en la sociedad.
Lo que se debe entenderse es que, en la sociedad del conocimiento y la información,
los profesionales tienen que estar permanentemente actualizándose, por eso urge que
los estudiantes universitarios del siglo XXI desarrollen sus competencias investigativas,
ya que esto será lo que le permita cumplir con las exigencias que le imponga la actual
sociedad y lograr un alto desempeño profesional en las organizaciones donde laboren.
A su vez deben entender que viven en un mundo globalizado donde las tecnologías
están cambiando de manera acelerada y generando nueva información que tienen que
conocer y hasta poner en práctica, ante lo cual deben adquirir habilidades, capacidades,
además de competencias que les permitan poder diagnosticar fenómenos, situaciones o
problemas, priorizando y jerarquizándolos, pero también contextualizando, seleccionado
información y documentos específicos que le ayuden a abordar el tema o situación, de manera que puedan elegir el tipo de investigacion, enfoque metodológico, técnicas de
recolección de información con los cuales poder abordar la situación o problema que se
le plantea en ese mundo laborar donde hace vida. [6].
Así pues, las competencias presentan las siguientes características i) un saber y un saber
hacer, los cuales tienen significado y sentido en la práctica; ii) son integradoras, porque
reúnen conocimiento, habilidades, actitudes y actuación; iii) se movilizan en una situación
específica, por ello el conocimiento, las habilidades o las actitudes expresadas de manera
aislada no pueden llamarse competencias. [7]. Otro de los elementos a tener en cuenta
en el tema de las competencias, son sus dimensiones la Situacional, la comunicacional
y la tecnológica, donde la primera toma en cuenta los escenarios en el cual se realiza la
investigacion, y la segunda se orienta a la divulgación del conocimiento, mientras que la
última busca el eficiente de las tecnologías de la información y la comunicación con los
que se ejecutan los procesos de búsqueda, selección y análisis de datos, pero además la
interacción de los trabajadores en red con otros empleados[8].
En este sentido, las competencias son necesarias para poder desarrollar el pensamiento
crítico, donde se identifica, plantea y se resuelven los problemas de manera crítica y
creativa [9]. De igual manera se puede ver la investigacion como un proceso de
reflexión, sistemático, controlado, pero critico cuyo propósito es descubrir, explicar e
interpretar las situaciones, fenómenos, hechos, relaciones, procesos y generalizaciones
que se presentan en la realidad [10] ante lo cual como docentes o formadores tiene
la responsabilidad de enseñar o dotar de herramientas que ayuden a los estudiantes a
desarrollar sus capacidades y competencias investigativas, que les faciliten sumergirse
de manera exitosa en el proceso de investigación, lo que ampliará la manera en que ve
el mundo, tomando posiciones críticas, para buscar soluciones a los posibles problemas
de su entorno [11].
Entretanto, Espinoza, Rivera y Tinoco, consideran que: un aprendizaje basado en la
formación y desarrollo de competencias prepara al estudiante para la vida porque lo ubica
en una problemática real, se desarrollan habilidades de comunicación, autoaprendizaje
y pensamiento crítico; se aprende a trabajar en equipo e integrar diferentes aspectos
del currículo especialmente las ciencias básicas, profesionales y prácticas con la
investigación, las complementarias y las humanidades. [12]
Ahora bien, en el caso específico de algunas universidades de Colombia, ubicadas en el
departamento del Cesar, pareciera que la educación atraviesa una difícil situación, en razón
de existir participantes del nivel superior de adultos que carecen de los conocimientos
necesarios, actualizados, teóricos y prácticos, aquellos que deben implementar en sus
puestos de trabajo, para desempeñarse como Ingenieros agroindustriales, no tienen
las habilidades necesarias cuando se les exige algo sobre el área que van a desarrollar
en sus entornos de trabajo, se sienten inseguros si se les exige un proyecto nuevo, no
muestran un lenguaje técnico adecuado al área. Esto pudiera tener como causa su
falta de propósito para alcanzar las habilidades necesarias o no dar prosecución a sus
estudios a partir de estudios de posgrado, generando, como consecuencia carecer de
herramientas específicas, sólidas, de habilidades necesarias para el procesamiento de
información y la toma de decisiones adecuada ante las situaciones laborales que se le
presentan, impidiendo desarrollar a cabalidad su ejercicio laboral.
Cabe destacar que, en entrevistas informales previas al estudio, suscitadas entre el personal
universitario, egresados, y los investigadores, y de acuerdo con algunas manifestaciones
de docentes, en su praxis universitaria, se evidencia que en algunos casos no atienden
al perfil necesario para egresar, a los contenidos temáticos a los cuales deben darles
continuidad, ejecutando las tareas de manera aislada, lo que les impide un egreso con una
alta calificación y cualificación profesional. A la vez, no existe la generación de proyectos
comunitarios factibles, apegados al contexto social, no se propicia la investigación en
los participantes, y se muestran los actores educativos, en muchos casos indiferentes,
incumpliendo con las tareas que le son exigidas; sin preocuparse en definitiva por el
cumplimiento efectivo en su ejercicio académico.
De allí que se pretenda en esta investigación analizar las competencias del perfil de
egreso del ingeniero agroindustrial, realizada desde la visión de sus conocimientos y
habilidades; lo que, en definitiva, repercutiría sobre el proceso de aprendizaje que se
proyecta en esa casa de estudios; toda vez que, de lograr las competencias reales en
los participantes se propiciaría un desempeño eficaz, pudiendo obtenerse la necesaria
calidad y productividad que debe generarse en toda organización educativa del nivel
superior de estudios para cumplir sus fines.
Perfil de competencias
Cuando se habla del perfil se hace referencia al conjunto de rasgos y características que
tienen las personas de acuerdo a la actividad a la cual se dedica [13], en este sentido el
perfil de competencias de un profesional se define como aquel grupo de rasgos, referidos
a saberes, destrezas y actitudes que debe reunir el individuo para desempeñarse
adecuadamente en el ejercicio de su cargo[14]. Se presenta como un modelo preciso
compuesto por comportamientos a ser advertidos en su desempeño profesional; que se
pueden visualizar, desarrollar y evaluar.
Este es un enfoque que devela el desarrollo de capacidades de una persona, su nivel
integral de conocimientos; y favorece la estandarización de los términos, vale decir, el
lenguaje técnico común por área de trabajo, vinculando el mundo laboral y educativo.
Cuando se desarrolla un perfil de competencias adecuado es posible aumentar el margen
de empleabilidad y la adecuación del profesional a espacios laborales transformadores;
favoreciendo que el individuo se involucre en su entorno laboral como un ser humano
competitivo. En ese marco, señalan los autores mencionados que el perfil abarca dos
tipos de competencia:
Las competencias específicas que son las competencias técnicas que aplica el monitor y/o
evaluador en el desempeño de sus funciones especializadas. Están vinculadas a la parte
técnica de los procesos que abarca el ministerio de educación. Las competencias claves,
llamadas también centrales o genéricas. Estas tienen conexión con las características de
tipo personal social de la persona y facilitan la adaptación, la sociabilidad y la organización
para el trabajo. Tienen que ver con las habilidades sociales, la capacidad para trabajar
en equipo, la actualización permanente para adaptarse a los cambios, la conducta ética,
entre otras [14].
Sobre ese mismo concepto, la Organización Internacional del Trabajo (OIT)[15], afirma
que el perfil de competencias se muestra como la idoneidad para desempeñar cualquier
actividad asignada y desenvolverse en un puesto eficazmente, por cuanto posee las
calificaciones y cualificaciones requeridas para ello. Al respecto, la OIT desarrolló el
convenio 195 de recomendación sobre el desarrollo de los recursos humanos, comprendido
por la educación, la formación y el aprendizaje permanente, para toda la vida, y de forma
taxativa señala que “el término competencia abarca los conocimientos, las aptitudes
profesionales y el saber hacer que se dominan y aplican en un contexto específico” [15].
Cabe destacar que la Universidad del Norte[16], de Colombia, destaca el Perfil
profesional del ingeniero agroindustrial dentro de unas competencias blandas, como
creatividad, dinamicidad y seguridad; debiendo demostrar su capacidad y talento para el
afrontamiento de situaciones, y para liderar transformaciones suscitadas, debiendo estar
dispuesto y motivado a subsumirse en un medio globalizado, que compite en el alcance
de la mejora continua y la visión de optimizar los medios y recursos disponibles para
alcanzar la competitividad que mantenga a la empresa en un nicho productivo.
De la misma manera, destaca el perfil ocupacional de un ingeniero industrial y le
ubica como reto, protagonizar la acción de los procesos, buscando el aumento de la
competitividad y productividad empresarial, sea esta empresa de producción de bienes o
de prestación de servicios. Ambos perfiles ubican igualmente al profesional de Ingeniería
agroindustrial como aquel con capacidades técnicas y personales adaptables al sector
en el cual se desarrolla.
Resulta pertinente denotar, por su similitud y aplicabilidad al estudio que en la Universidad
Popular del Cesar [17] se establece, como parte del perfil del egresado en Ingeniería
Industrial, aplicable a la agroindustria, que el participante debe haber desarrollado
competencias suficientes y ha adquirido conocimientos y desarrolla habilidades y
competencias en los campos científico, técnicos, pero, sobre todo en la parte investigativa,
para ejercer como un profesional capaz de liderar procesos de investigación, aplicados al
quehacer del sector agroindustrial.
En este sentido y haciendo en este apartado una abstracción comparativa del término, el
perfil del Ingeniero agroindustrial en las universidades venezolanas, según la Universidad
Católica Andrés Bello [18] lo ubican como un emprendedor, comprometido con su
ambiente interno y externo, que ve a la organización y sus procesos desde un punto de
vista integral, que puede llegar a diseñar, mejorar todos sus sistemas, además de gestionar
un uso adecuado de los recursos, aplicando criterios de calidad y productividad, desde la
necesidad de hacer a la organización competitiva, en un mercado altamente cambiante.
Es por ello, que las competencias que debe desarrollar el egresado están referidas al i)
diseño de sistemas de producción y servicios que los lleve a obtener un alto rango de
productividad, para eso deben proponer y planificar soluciones innovadoras; ii) gestionar
sistemas y procesos de producción y servicio, en este caso planificaran, organizaran,
ejecutaran y controlaran todas las tareas relacionadas con un uso eficaz de los recursos
de todos los procesos; iii) mejorar los sistemas y procesos de producción y servicios
identificando y analizando los requerimientos o situaciones en dichos procesos,
proponiendo y ejecutando soluciones innovadoras; iv) promover iniciativas o proyectos de
emprendimiento para esto podrá identificar las necesidades de su ambiente y desarrollará
iniciativas de negocio que ejecutara con un grupo de emprendedores interdisciplinarios
Por su parte, en la Universidad Nacional de Ucayali[19], en Perú, el Ingeniero Agroindustrial
será preparado para tener amplios conocimientos científicos, tecnológicos, pero también
humanísticos, y formado desde valores éticos y morales que lo llevaran a construir,
diseñar, organizar, ejecutar y, sobre todo, dirigir las organizaciones industriales en
la transformación de los recursos agropecuarios para satisfacer los requerimientos
regionales y nacionales
A la vez, es capaz de llevar a cabo investigaciones aplicadas y básicas en su área de
conocimiento que le permiten la creación o la innovación de tecnología que busca
solucionar los problemas y necesidades del sector agroindustrial, posee información
integral donde no solo incluye datos estadísticos o probabilísticos sino también culturales,
gestiona desde un comportamiento ético y moral poniendo en práctica la responsabilidad
y solidaridad dirigidas a desarrollar su comunidad, ya sea local, regional, nacional y hasta
mundial, para ello desarrolla nuevas técnicas de fabricación de productos agroindustriales
además de su innovación, evalúa los resultados de manera de poder efectuar cambios
acorde con los avances tecnológicos, siempre velando por el responsable uso de los
recursos naturales de su entorno.
En igual sentido de lo expresado, señalan Hernández, Barbera y Vega[20], en un
criterio moderno, que todo estudiante debe desarrollar un perfil neurocognitivo, que va
a influenciar su temperamento, su carácter, su personalidad, pudiendo optimizar sus
capacidades, además de asumir un estilo de aprendizaje que defina, después, su modo
de comportarse, sus atributos personales y profesionales, y el ejercicio del cargo logrado.
Consideran los autores mencionados que en Colombia, si bien se ha diseñado una
diversidad de las denominadas pruebas de admisión para que un solicitante acceda a
cualquier universidad, ninguna otorga un reporte diagnóstico sobre la concordancia de
las funciones cerebrales con el perfil universitario diseñado, por lo cual se hace necesario
en la actualidad caracterizar un perfil neurocognitivo de los estudiantes en aras de hacer
la determinación multidimensional de las competencias necesarias y las logradas.
Es así, que cuando se perfila a un individuo hacia su dimensión profesional, a la vez
deben determinarse indicadores en la dimensión ideológica, mostrando en este sentido
contenidos clave para lograr el desarrollo filosófico, conforme a la carrera que ha seleccionado, y describir el componente imaginativo, en el cual es posible el desarrollo
de la creatividad y del talento genial por parte del participante adulto[21].
La educación superior en Colombia ha evolucionado progresivamente, con relación
al diseño de modelos educativos que enfatice el aprendizaje constructivista[20],
descartando enfoques tradicionales; de allí que sea necesario renovar las formas de
percepción, selección, como lo afirman Velásquez, Remolina y Calle[22], además de los
modos de asimilación y estructura del participante adulto, además de tener conocimiento
preciso sobre sus formas de conocer, las técnicas utilizadas para solucionar y resolver
las situaciones presentadas en aula con respecto a contextos personales sociales,
comunitarios.
En este sentido, se hace indispensable formular o caracterizar un perfil de aprendizaje ya
neurocognitivo, determinando el origen e historia del individuo, conformando sus posibles
enfoques, sus formas de comportamiento de acuerdo a sus condiciones demográficas,
y su edad, además del modo de desarrollar sus capacidades y competencias, buscando
entonces perfilar ese comportamiento en su desempeño posterior[23].
Enfatiza Díaz [4] que el cumplimiento de los objetivos de las organizaciones de educación
superior dependerá del desempeño eficiente de sus actores, quienes tienen que mostrar
habilidades o competencias duras de conocimiento (destrezas) pero además habilidades
o competencias blandas (actitud y conducta) que le lleven a enfrentar el cambio y lograr el
éxito, es por ello que se hace imperante el que se reconozca el perfil de competencia, en
este caso de los ingeniero agroindustriales, para alcanzar su propio desarrollo cognitivo,
afectivo, manual y su desempeño acertado en las entidades laborales a las cuales aspira.
Metodológicamente la investigación se desarrolló bajo un enfoque cualitativo, y un marco
exploratorio[24], el cual trata de develar el fenómeno, las realidades, tal como se da su
comportamiento y manifestaciones, y desde la visión de un estudio exploratorio. La
técnica empleada para la recolección de los datos fue la observación participante de los
investigadores, y el instrumento de registro de datos, el cual es el recurso metodológico
o el medio, que permite obtener señales o marcas de la realidad de estudio, siendo
utilizables en investigaciones cuantitativas o cualitativas[25], las cuales derivan de la
interrelación entre aquello que se pretende observar, cómo se realiza la observación
y el hecho observado. Tales datos fueron recolectados de las entrevistas suscitada a
los informantes clave, a partir de un focus group, siendo después interpretados por los
investigadores.
De igual manera, la población seleccionada para esta investigación quedó conformada por tres (3) sujetos, coordinador, personal administrativo del área de Control de estudios y egresado de la Universidad Popular del Cesar, ubicada en el Departamento del Cesar en Colombia, quienes fueron seleccionados bajo la fórmula del muestreo intencional, no probabilístico, con base en los criterios de conocimientos del asunto y acceso a la información en su lugar de trabajo[26]. Se tabularon e interpretaron los resultados, conforme con el análisis y la interpretación crítica de los datos recabados por parte de los investigadores [27].
En este apartado del estudio se detallan los resultados, una vez recogidos los datos a partir
de un registro, que fueron suministrados por un coordinador, personal administrativo del
área de Control de estudios y un egresado de la Universidad Popular del Cesar, ubicada en
el departamento del Cesar, en Colombia; a partir de sendas entrevistas semiestructuradas
realizadas por los investigadores, inducidas e interpretadas mediante su observación
participante, lo cual da lugar a un procesamiento de la información confiable, logrado
producto de la indagación hecha por los expertos conocedores del tema, seleccionados
en este estudio.
De la interpretación realizada con relación a las manifestaciones realizadas por los
entrevistados y el criterio de los investigadores, igualmente deducida de las referencias
teóricas compiladas, es posible colegir, en primer término que las instituciones
universitarias manejan un perfil de competencias del egresado en Ingeniería industrial, el
cual debió ser desarrollado y asumido al culminar la carrera, toda vez que las universidades
otorgan la titulación correspondiente al demostrar esas competencias, pudiendo mostrar
que para el año pasado 2022 se concedieron 256 títulos de pregrado.
El problema se suscita cuando es el mismo participante quien desconoce su propio
nivel de competitividad para ingresar a su mercado de trabajo; y si efectivamente posee
aquellas competencias o habilidades duras y blandas que le permitan el ingreso a un
empleo donde pueda desempeñarse adecuadamente, lo cual, según la manifestación
de los entrevistados no siempre ocurre, sobre todo porque el egresado en ocasiones se
muestra inseguro ante el entorno laboral donde le corresponde ejercitar su labor.
De las informaciones recabadas igualmente se evidencia que, en la universidad
seleccionada para su examen, ubicada en el departamento del cesar, surgen evidencias
concretas acerca de la no actualización del diseño de perfil de competencias, manifestando
los entrevistados que tales diseños curriculares no tienen una revisión continua, no se
actualizan todos los años para añadir o eliminar algunos aspectos propios del perfil o
algunos contenidos que van a sumar en su profesionalidad.
En este sentido, pueden inferir los investigadores que el nivel de formación de los
estudiantes de Ingeniería industrial pudiera estar viciado de obsolescencia, dada la
ausencia de actualización anual, no obstante mantener un nivel de exigencia acorde a los
tiempos por parte de los docentes, pero el documento curricular debe estar apegado a la
modernidad; ello, porque la sociedad de la información en la actualidad está tan avanzada y se modifica tan continuamente, que los procesos de revisión y actualización universitaria
requieren ser continuos, para producir la mejora en los márgenes de aprendizaje.
De la misma forma, los participantes no siempre adecúan sus niveles de exigencia personal a los constantes cambios en el sector agroindustrial, lo que impide impulsarlos a convertirse en auto gestores de su aprendizaje, en aras de aumentar sus niveles cognitivos, afectivos y procedimentales sobre los contenidos temáticos dados en la universidad, lo que seguramente les permitirá convertirse en valor agregado como producto derivado de la educación de adultos. Esto a su vez generará su aceptación en el mercado y su adecuación a los niveles de exigencia con relación a su desempeño.
Discusión
Las situaciones evidenciadas en el presente estudio reflejan un margen de egresados
con el perfil propio de la carrera de Ingeniería agroindustrial, pero de las manifestaciones
dadas se muestra un vacío cognitivo que les impide su entrada o adecuación a los
entornos de trabajo. Estos señalamientos son coincidentes con los aportes de Benavides
[5], quien señala que al analizar las competencias deseadas y las logradas en los perfiles
profesionales, hace visible un distanciamiento o brecha en cuanto al desempeño de
los profesionales, y adicionalmente permitió identificar la necesidad de desarrollar un
grupo de competencias que requieren para abordar los escenarios donde se debe actuar,
ejecutar y controlar el ejercicio de sus funciones
Del mismo modo, los resultados contradicen los señalamientos de Hernández et al. [20],
quienes destacan con planteamientos innovadores, la necesidad del diseño y desarrollo
de un perfil neurocognitivo, para moldear el temperamento, carácter, la personalidad
del participante, incluso sus modos de auto realización personal como objetivo de la
educación de adultos, para optimizar sus aptitudes y habilidades, su conducta en el
ejercicio de su desempeño social y profesional.
Finalmente, los resultados y hallazgos encontrados evidencian la necesidad de lo
planteado por Díaz [4] quien enfatiza que el participante adulto requiere mostrar ciertas
competencias o habilidades duras de conocimiento, así como destrezas manuales que
fueren necesarias en el ejercicio de su profesión, pero también blandas, de actitudes
y comportamientos, como la negociación, el trabajo como equipo, la capacidad de
relacionarse con los demás, la auto regulación, que le lleve no solo al éxito sino también
a enfrentar los cambios constantes del entorno.
Las conclusiones de esta investigación están dirigidas a afirmar que el proceso de egreso de los participantes de la carrera de Ingeniería agroindustrial de algunas universidades en Colombia, presenta una anomalía en la actualidad, en el sentido que, si bien, se evidenció que existe un número estimable de egresados del pregrado de la carrera de
Ingeniería Agroindustrial, pocos son aquellos que dan prosecución a sus estudios para
perfilar sus competencias mayormente y de manera conveniente para darle consecución
a su ejercicio en el mercado de trabajo.
Esa situación de aparente debilidad o deterioro de la educación universitaria pudiere
se consecuencia de la deficiencia de estas instituciones para evaluarse y renovarse,
pero cuya solución debe salir de la coalición entre las fortalezas internas y externas que
exigen, propician y colaboran en esta renovación. A la vez, también debe partir de una
disposición natural de sus actores para la investigación y el crecimiento personal. Pero
tambien se le debe dar respuesta a este desafió, de manera tal que se eleve la calidad
académica de las universidades, alcanzando un mayor impacto y operatividad social.
De igual forma, se sugiere a los egresados, una evaluación personal y profesional de
sus competencias, monitoreando continuamente los conocimientos adquiridos, la
actualización de su área en el mercado, la posibilidad de aplicabilidad de su carrera en
diferentes entornos, en aras de verificar que las competencias desarrolladas en el entorno
académico son las convenientes y le sirven para adaptarse a cualquier entorno laboral, y
ofrecer sus servicios a un mercado cada vez más exigente.
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